Una
mujer Extraordinaria, fuera de serie.
7
septembre 2011, 12:46
Angela Merker
hamburgo, 1954) Política alemana, presidenta del partido
alemán Unión Demócrata Cristiana desde 2000 y canciller de la República Federal
de Alemania desde 2005. Es la primera mujer desde que nació el Estado alemán
(1870), y también la primera persona originaria de la extinta República
Democrática Alemana (RDA, comunista), que asume la jefatura del Gobierno
federal.
Nacida en Hamburgo en 1954, Angela Merkel, hija de un
pastor protestante, vivió desde que tenía pocos meses en la RDA, bajo los
rigores del régimen comunista, y no fue disidente, sino militante de la
Juventud Alemana (comunista), y estudiante de física en la Universidad de
Leipzig, en la que se doctoró en 1986.
Angela Merkel
Investigadora en la Academia de Ciencias de la RDA, no
entró en política hasta el derrumbe del Muro, en noviembre de 1989, y realizó
una meteórica carrera: ministra de Juventud y Familia (1990-1994) y del Medio
Ambiente y Naturaleza (1994-1997), estrecha colaboradora del canciller Helmut
Kohl, y al retirarse éste, secretaria general (1998) y presidenta del partido,
cargo para el que fue elegida el 10 de abril de 2000.
Los comentaristas alemanes subrayan que, en el seno de la
Unión Demócrata Cristiana (CDU), dominada por dirigentes católicos de las
regiones occidentales, Merkel mostró una tenacidad admirable en la lucha por el
poder desde que fue elegida secretaria general en 1998. Durante el cataclismo
que sacudió al partido por los donativos ilegales (las cajas negras), que se llevó
por delante al heredero de Kohl en la presidencia del partido, Wolfgang
Schäuble, su ambición política prevaleció sobre el respeto que profesaba a su
mentor.
No sólo censuró a Kohl en un artículo de prensa que causó
sensación, sino que abogó por un nuevo impulso que liberara al partido de la
pesada herencia. Aunque presidenta de la CDU desde abril de 2000, su meteórico
ascenso suscitaba recelos entre los barones del partido, que la consideraban
una figura de transición, de manera que cuando hubo que elegir un candidato
para las elecciones, los parlamentarios de la coalición prefirieron al
presidente de la rama bávara, la Unión Social Cristiana (CSU), Edmund Stoiber.
Su pugna con el jefe del grupo parlamentario, Friedrich Merz, cercenó sus
aspiraciones, pero esa preterición, lejos de deprimirla, le insufló nuevas
energías.
Presidenta de la CDU
La derrota de Stoiber por el canciller Gerhard Schröder,
en las elecciones del 22 de septiembre de 2002, permitió a Merkel escalar un
nuevo peldaño en la ardua cucaña del poder: desplazó a Merz, debilitado por el
fiasco electoral, y fue elegida presidenta del grupo parlamentario CDU-CSU y,
por ende, jefa de la oposición en el Bundestag.
Si creemos a su principal biógrafo, Gerd Langguth, siguió
el consejo de Kohl, según el cual para preservar el poder es preciso dominar el
partido, pero también mantuvo su proverbial desconfianza hacia los
correligionarios enquistados en los engranajes burocráticos. Sus intenciones no
se concretaron hasta que fue reelegida triunfalmente presidenta de la CDU en un
congreso en Hannover, el 11 de noviembre de 2002, consagrada como líder
indiscutible. Volvió a ser reelegida en dos años después, en diciembre de 2004,
y consolidó su reputación de mujer implacable.
Durante sus tres años en el primer escaño de la
oposición, no sólo se mostró tenaz en sus diatribas contra las reformas de
Schröder, que juzgó insuficientes, sino que ganó fama de adoptar una posición
estrictamente racional ante los problemas, de la que deriva un estilo político
que huye de las generalidades para atenerse a la observación y el estudio de
los detalles. En contraste con Kohl, un político tradicional y católico,
obsesionado por la historia y por el consenso social y político, ella actuó
como una científica, pragmática, “independiente de la ideología”, según sus
palabras, que sopesa cuidadosamente los pros y los contras, pero que no vacila
en la decisión.
Candidata a la cancillería
Elegida por unanimidad candidata de la coalición CDU-CSU
a la cancillería el 30 de mayo de 2005, empezó la campaña electoral con 20
puntos de ventaja, pero ésta comenzó a esfumarse tan pronto como reveló su
programa económico y, sobre todo, desde que anunció que subiría el impuesto
sobre el valor añadido (IVA) en dos puntos para promover la creación de empleo.
En vez de enmendar el yerro, lo remachó al elegir como asesor fiscal a un
profesor de la Universidad de Heidelberg, Paul Kirchhof, con una visión
ultraliberal, que abogó por una reforma radical de los impuestos y propuso de
manera imprudente un gravamen único del 25% y la supresión de las subvenciones.
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